El siglo XX fue convulsionado en sus inicios, la revolución industrial había llegado para transformarlo todo. Dos guerras mundiales en sus primeros 50 años dieron lugar al mayor desarrollo tecnológico y de expansión, de toda la humanidad. El siglo de las artes modernas, las libertades, los destapes y el disfrute democrático. El whisky no queda fuera de ese esquema y tiene como su principal mercado el de los Estados Unidos, donde encontrará escollos pero posteriores y grandes satisfacciones

Siglo XX

El gran escollo que debió afrontar el scotch whisky fue lo que se conoció como la Ley Seca de los Estados Unidos en 1920. La National Prohibition Act (Ley Nacional de Prohibición) prohibió la producción, venta e importación de bebidas alcohólicas en todo el territorio nacional de EEUU, siendo como dijimos, el mercado más importante para el whisky escocés.

En 1933 se decreta el fin de la ley, que tanto contrabando, mafia y asesinatos llevo a la sociedad norteamericana. La época de prohibición dejó un saldo positivo para el whisky escocés. Algunas de las marcas que entraban ilegalmente a los EEUU cosecharon una gran fama que dura hasta nuestros días.

Un período de prosperidad animó a muchos productores a principio de 1930. La primera guerra había finalizado, EEUU deroga la ley seca, y la crisis global de 1929 había quedado atrás. Los pueblos del mundo estaban ansiosos por celebrar la nueva vida que el mundo les prometía.

Los viajes en transatlánticos de Europa a Estados Unidos se pusieron de moda y con ellos la diversión y el whisky, fueron los protagonistas indiscutibles junto a la industria de Hollywood. Pero todo se vio interrumpido entre 1939 y 1945, cuando el mundo se vio sumergido, una vez más, en una nueva guerra, está vez la segunda guerra mundial.

Los años de mayor expansión del whisky fueron entre 1955 y 1975, donde su crecimiento es exponencial. Muchas destilerías que habían estado cerradas durante la guerra fueron reabiertas y renovadas. El crecimiento desmesurado durante dos décadas se vio frenado en los años 80 repentinamente por una contracción en la economía global, generando un cambio de hábitos debido a la proletarización de los gustos.

Se hace hincapié en bebidas blancas y carentes de sabor. En el mundo de los refrescos se refleja en el surgimiento de productos light, y en el de las bebidas alcohólicas en productos neutros como son, el vodka y el ron blanco, los cuales se mezclan con bebidas dulces.

Luego de una década de cambios, en la década de los 90 se percibe un crecimiento y evolución en los hábitos de consumo. Nace un deseo por descubrir bebidas no masificadas, menos comerciales y  poco  industrializadas. La búsqueda tiene origen en los placeres más naturales y tradicionales. Esta situación sirvió para rescatar al whisky de malta del aletargado olvido. Estos whiskys habían sido –durante años- los testigos silenciosos de los maestros mezcladores, y ahora comenzaban a ocupar un sitio de privilegio, debido al reconocimiento de sus atributos por parte de un consumidor cada vez más exigente.

Los whiskys blends habían sido siempre quienes acaparaban la atención de los consumidores –y lo siguen siendo con el 90% del total del consumo- pero ahora, los maestros mezcladores, comienzan a enseñar algunos componentes que forman parte de la mezcla, destacando las características individuales de cada uno de ellos, con el fin de resaltar la personalidad del blend. Ellos son los Single Malts, que comienzan a tener vida y brillo propio, en novel siglo.